miércoles, marzo 16, 2005

La muerte por acumulación de lugares comunes

En su libro “Monólogos Rabiosos”, el escritor y periodista Mario Mactas dedica dos páginas a los conductores de automóviles que hurgan sus narices mientras esperan la luz verde del semáforo. Mar del Plata no es ajena a este hecho, como podrá comprobar cualquier observador medio.

Algunos automovilistas van más allá (de la luz verde), y continúan con la asquerosa faena una vez iniciada la marcha.

Así como algunos insisten en hablar por teléfono mientras manejan, otros se distraen escarbando las fosas nasales. Gustos son gustos, digo yo.

Pero el problema es que la ciudad de Mar del Plata (al igual que Buenos Aires) se viene abajo. Es muy difícil encontrar calles sin baches, por ejemplo. Alguien decía que en realidad se estaban robando hasta el asfalto.

No me da gusto anunciar que sentí una especie de tristeza al enterarme que un conductor murió descerebrado, por distraído.

En el peritaje quedó confirmado que se apuñaló el cerebro con el dedo índice, al no ver un bache enorme mientras manejaba hacia su trabajo, hurgándose la nariz.

Una pena.