jueves, enero 08, 2004

Qué me venís con noches de luna...

La noche llegó con una carga de humedad que burló (¿cuándo no?) cualquier buena intención de los meteorólogos. Al principio no me preocupó; si bien yo esperaba, tal vez por iluso, una noche clara y estrellada, me tuve que conformar con esa opaca claridad a medias que brinda la niebla alta de esta zona, haciendo resplandecer el brillo de las pocas luces del barrio.
-Bien- me dije -, acepto eso, pero el hecho de no tener un medio para ir al bar donde me esperan (aunque en realidad no se vayan a privar de festejar por mi ausencia), me rompe bastante las pelotas. Decidí no hablarme por un rato, y para confirmarlo me serví un vaso de mistela con hielo.
Me senté en el cordón de mi casa, a disfrutar de la humedad y los mosquitos, como si se tratara del mejor regalo que se puede recibir –sabiendo que no soy merecedor, incluso.
Al rato (no debo haber fumado más de tres cigarrillos) se me ocurrió que no era una mala noche, que le podría sacar algún fruto, que, si aplicaba alguna teoría del más barato libro de autoayuda (que palabra de mierda, como dice mi amigo Gonzalo), podría terminar la noche ahondando en mi propio ser, blah, blah...
Un carajo. Me levante a los seis segundos, sorprendido de mi rapidez para rascarme las picaduras de tantas partes del cuerpo al mismo tiempo. Mejor busco otro método, u otro momento, u otro lugar. La combinación de las circunstancias reinantes terminaron por convencerme de una idea que ya me veía venir: más o menos me conozco lo suficiente como para saber cuándo tengo ganas de estar jugando al pool, y no averiguando si en lo más hondo de mí me quedo con mi abuela materna antes que la paterna porque una es más representativa que la otra.
Me fui a dormir después de otro vaso de vino con hielo, con la seguridad de saber que no todas las noches se convocan los fantasmas, ni todos los fantasmas tienen ganas de irse cuando queremos.
Cuando terminé de decir “fantasma” volví a ver tu cara en mi espejo.
-Justo ahora no -pensé-, la puta que te parió.